miércoles, 20 de junio de 2007

Si váis a Granada.

Esta semana pasada estuve en Granada. Qué decir de Granada que no se haya dicho ya, de modo que me lo ahorro.
De lo que realmente quiero hablar es del camino a Granada. Sí, muchas veces, lo mejor de un viaje es el trayecto de ida, especialmente las paradas para tomar un café o para comer. Esos bares de carretera tan típicos y que hemos ido viendo evolucionar al paso de los años: desde aquellas cassettes de carretera en expositores giratorios de antaño a las pantallas panorámicas de plasma de hoy día.

Respecto de estos bares de carretera, quiero referirme a uno al que tengo especial cariño. Bueno, más que bar, ahora, y gracias a esa evolución que he apuntado, se ha convertido en un restaurante de bastante calidad. Me refiero a "El Puente".

Se encuentra en Almaciles, que es el primer pueblecito de Granada cuando entramos desde Murcia o Albacete, y su nombre se debe a que la antigua carretera pasaba por encima de un puente de piedra y, justo al salir del mismo, nos encontrábamos con este antaño bar de carretera y hoy concurrido restaurante.

Siempre ha sido parada obligada de camioneros, por lo que su calidad y buen servicio siempre ha estado fuera de duda. Desde pequeño, en mis viajes a Granada, ha sido lugar de parada obligatoria y lo he visto crecer progresivamente, en tamaño y calidad, pero sin perder ese aroma a familiaridad que siempre ha tenido. Las chuletas a la brasa, marca de la casa, los embutidos a la leña, el gazpacho andaluz, el jamón serrano, el queso, el lomo de orza, ... , nada ha cambiado, ni apenas el precio, que sorprende que en estos tiempos del euro se pueda comer tanto y tan bueno por tan poco.

Si váis a Granada, os lo recomiendo. No os arrepentiréis.

martes, 5 de junio de 2007

¿Bares o restaurantes?


Bueno, pues ya estamos aquí otra vez.


Comentaros que el sábado pasado fui de cena con los amigos a un bar, y eso me hizo plantearme una serie de reflexiones.


Ya sabemos que cuando hablamos de restaurantes nos estamos refiriendo a un "nivel superior" (muchas veces hay qué ver los cuchitriles que se encierran tras esa denominación), mientras que reserva la expresión "bar" para algo más "guerrero" y de batalla diaria.


Normalmente, en el lenguaje diario y común, el bar es el gran discriminado, reservándose sólo para tomar un cortado, comer un bocata o tomar una cervecilla rápida antes de ir a algún otro sitio, mientras que la expresión "restaurante" la reservamos para acontecimientos importantes, veladas "inolvidables", y, en general, para todas aquellas ocasiones en que nos ponemos algún trapito que se sale de lo normal.


En los restaurantes nos ponemos más "finos", tratamos conversaciones más "elevadas", intentamos coger la copa (digo "copa", no "vaso", término este último reservado al bar) con estilo no habitual, tratamos de masticar, no rumiar, y, si fumamos (o si nos dejan fumar, ya que el tema en los restaurantes está cada vez más imposible y debemos acudir a los "campos de refugiados" para fumadores en que se han convertido los bares), tratamos de coger el cigarrillo con un estilo especial, de película, si puede ser. Los restaurantes, en cambio, los asociamos a despedidas de solteros, partidos de fútbol, humo, paredes aceitosas y tortillas de patatas en el mostrador que parecen haber pasado al patrimonio histórico nacional.


Sin embargo, quién no se ha comido nunca un bocata de calamares en un bar, con ese ambiente, ese sabor que no acertaríamos a identificar entre el corolario que encierra el aceite en que se han frito multitud de patatas fritas, puntillas, alitas de pollo y demás frituras. Ummmmmmm, pero ese sabor que es imposible de reproducir en nuestra casa debido a nuestro natural aseo en las cocinas (bueno, en casi todos los casos, y no quiero mirar a nadie).


Pero tampoco empecéis a mirarme mal, que yo no digo que no me guste ir a un restaurante fino de vez en cuando, gastarme una pasta y comer con detalles. Lo que digo es que también hay que recuperar ese sabor patrio que se encierra tras dedos de aceite, máquinas de tabaco, escudos del Real Madrid (por decir uno, eh) y bastones con la leyenda "si no pagas me descuelgo".


En todo caso, cada cosa tiene su momento, pero sería bueno que, de vez en cuando, recuperásemos el bar de nuestro barrio a ver qué se cuece por allí. Pero con cuidado, eh; no vayamos a caer en el tradicional: "¡¡¡María, me voy al bar!!!".

miércoles, 30 de mayo de 2007

Vamos al lío.

Bueno, pues vamos a empezar.

No sé cuantas personas se interesarán por un blog sobre cocina, ni sé la "legión" de personas que se interesarán por estos temas. Pero bueno, aquí estamos, escribiendo para no sé sabe quién y si alguien llegará a leer esto, si le interesará y si se animará a poner sus comentarios.

Vale; lo más difícil ya está, que era saber cómo comenzar a escribir algo, y parece que me empieza a gustar esto de verborrear en lo del blog.

Como es el primero, voy a plantear mis intenciones con este blog, a modo de presentación. Obviamente, es muy sencillo adivinar el tema: la cocina. Pero como hablar siempre de un mismo tema puede llegar a ser soporífero, me he planteado, entre plato y plato, tapa y tapa, vinacho por aquí y cervecita por allá, hablar de todo un poco y comentar también temas de actualidad y cualquier cosa que se me ocurra y que se os ocurra a los demás.

En todo caso, me gustaría que la comida, el placer de cocinar, la gastronomía, y todo lo relacionado con el buen comer, nos sirvieran como punto de encuentro a un conjunto de perfectos desconocidos que estamos dispersos por este cíbermundo. A ver qué os parece mi propuesta.